¿Lo han escuchado?, yo si, en algunas ocasiones. Utilicen el buscador de "Google", tipeen "Odio a los abogados", he visto que la búsqueda arroja unos 600 mil resultados, como contraposición "Odio a los médicos" que ofrece 413 mil resultados. No hay efecto sin causa, es decir, la estigmatización social de la profesión de abogado debe tener alguna razón que la explique. Bueno, la intención de esta entrada es enunciar, analizar e intentar desmentir estas razones.
Aclaración importante: Que el termino "odio" no se tome de forma coloquial en todos los supuestos, pues si bien se contempla en su sentido expreso, también comprende los prejuicios, desconfianzas e imágenes negativas para con el abogado.
1) La imagen proyectada: Si se tiene una charla con alguien completamente desprovisto de conocimientos legales, sin parientes abogados y contacto alguno con el mundo jurídico, es muy probable que tenga una imagen del abogado más cercana a las producciones cinematográficas de Hollywood que a la realidad cotidiana de un letrado argentino. El abogado charlatán cuyo objetivo es convencer a un grupo de incautos (jurado) a cualquier precio, sea con argumentos contradictorios, puestas en escena, diatribas innecesarias y tráfico de influencias, es sin dudas la proyección que muchos aceptan como valida. No voy a negar la imagen glamorosa que ofrecen las películas, con los abogados que trabajan en importantes buffetes, llaman cuentas a los casos importantes y tienen secretarias dignas de un calendario "Pirelli", pero, tristemente o no, la realidad es muy opuesta (excepto para algunos grandes estudios). El abogado difícilmente llegue a tener el poder de utilizar sus influencias en un alto nivel, tampoco, por ahora, se litiga ante un jurado en Argentina, y si se hiciera, sólo los penalistas tendrían esa oportunidad. La realidad es opuesta para la mayoría. Un trabajo a pulmón para poder sostenerse en los primeros años, muchas veces trabajar para otro abogado con más experiencia por poco dinero, poca oralidad en los procesos ajenos al ámbito penal y muchas, pero muchas horas gastadas en filas de distintas dependencias judiciales constituyen la realidad de muchos letrados argentinos, fuera de los estudios de grabación. Entonces si la realidad se modifica, también lo debería hacer la imagen. El abogado, si la gente tuviera mayor conocimiento de lo que debe hacer (o le toca vivir) de seguro sería menos odiado. Ahora cabe preguntarse por qué se odia al abogado bajo la visión "hollywoodense". Bueno, como primer aspecto, se personifica a un profesional que no siempre pondera la ética en el abordaje de sus casos. El ganar un caso a cualquier precio (estilo "Abogado del diablo") incluso cometiendo actos ilícitos (Como Darín en "Carancho", donde le rompía la pierna a un mendigo para defraudar al seguro) o trabajar en cuantiosos casos corporativos tratando de influir sobre el precio de una empresa ante una posible fusión o adquisición (Lo que recuerdo haber visto hace mucho en "The Practice") son algunas de las artes a las que recurren muchos abogados de ficciones exitosas. Ergo, se relaciona al abogado vernáculo con este tipo de proyecciones, más propias del "Common-Law" que de nuestro gastado, pero siempre vigente, derecho de raigambre continental europea.
Por otro lado, salvo el caso mencionado de "Carancho", donde la historia giraba en torno a un abogado sin matrícula, con poco dinero, en general se proyecta una representación de letrados con inmensos estudios jurídicos, autos caros y una vida de lujos que pocos se dan en la realidad. Esto puede conducir a un cierto resentimiento en el público ajeno a la profesión pues cree que al abogado, el dinero le crece en los árboles.
2) El abogado y la política: Para ser presidente hay que ser abogado...falso, pero la historia Argentina contemporánea parece indicarnos lo contrario. Desde el regreso a la democracia en el 83, todos los presidentes han sido abogados. Dicen que "el que se quema con leche ve una vaca y llora", lo raro es que de seguro los próximos presidentes serán abogados. No se puede ocultar el hecho que durante este período hemos pasado las mil y una, desde hiperinflación pasando por la crisis económica del 2001, sin olvidar crisis sociales, desempleo y todo tipo de perniciosas dificultades para vivir en paz. Entonces, el refrán mencionado adquiere algún tipo de asidero para argumentar la repulsión hacía el abogado...la relación entre esta profesión y la política, y sus desviaciones (negligencia y corrupción). De todos modos en una defensa netamente corporativa, como si fuese el delegado gremial de los abogados, debo citar a otros personajes célebres, mucho más lejanos en el tiempo, pero con algo de peso e influencia en nuestra historia... influencia de la positiva. Un tal Manuel Belgrano y otro sujeto, Mariano Moreno, han sido abogados de profesión y, si bien no fueron presidentes, tuvieron alguna que otra participación en nuestra independencia. A nivel mundial, Ghandi fue abogado, al igual que Franklin Delano Roosevelt, presidente que condujo a su nación durante la gran depresión y la segunda guerra mundial, para mencionar otros líderes positivos.
Quizás la mención sirva como dato empírico, para que no se relacione de forma tan íntima la mala política con la profesión de abogado. No todo abogado con peso político ha sido un fiasco para el país, pero por qué los abogados han tenido y tienen tanto peso político, bueno, eso quizás sea motivo de otra entrada o de un profundo estudio sociológico que no estoy preparado para realizar.
3) El abogado sin vocación: Es muy probable que, de las carreras tradicionales (Abogacía, Arquitectura, Ingeniería y Medicina) la de derecho sea la que tiene mayor cantidad de estudiantes sin vocación sobre la cantidad general de inscritos. Esto puede deberse a una arraigada tradición familiar que conmina al joven a iniciarse en esta carrera o por defectos claros en el nivel medio de la educación en cuanto a la enseñanza de ciencias duras. Ergo, es mucho más probable que a futuro haya más abogados sin vocación que ingenieros, médicos o arquitectos sin vocación. Sin ánimo de ser ofensivo, yo creo que la falta de vocación puede relacionarse a incurrir en posibles errores profesionales, o, al menos, descuidos. Entonces, hay más probabilidades que el cliente se encuentre con un mal abogado que con un mal profesional de otra de las carreras tradicionales. Como las noticias malas se propagan más rápido y con más importancia que las buenas, es posible que un cliente que haya tenido una mala experiencia adquiera un odio (¿irracional?) absoluto y definitivo con los abogados, quizás reversible con la aparición de un colega mejor predispuesto o preparado. Las malas experiencias con abogados no del todo diligentes perjudican a la gran mayoría, responsables y avezados en su profesión, que ven su colectivo profesional estigmatizado. Quizás la falta de vocación marque una relación estrecha con el mal desempeño de la profesión, realmente no hay dato teórico práctico que lo demuestre, es una especulación personal. De todos modos, una mala experiencia no quita que un cliente insatisfecho pueda acudir a un excelente profesional. Un individuo no hace a la imagen de una profesión, es una excepción a la regla. Como aclaración para evitar problemas: No todo error profesional o mal abogado proviene de un colega sin vocación.
4) El abogado emprendedor: Nuevamente, cotejando la situación con el resto de las carreras tradicionales, vemos como el abogado es el profesional con mayores posibilidades de iniciar un negocio propio, llámese estudio jurídico. Para un médico, usualmente demandará años de residencia hospitalaria el poder tener la experiencia y renombre para abrir su consultorio, para un ingeniero, creo que es poco menos que una panacea aspirar a un estudio de ingeniería, lo mismo para el arquitecto, situado en un punto intermedio entre el médico y el ingeniero en cuanto a la dificultad de "largarse sólo". Para el abogado, en cambio, basta tener una estrecha agenda de contactos, un par de colegas dispuestos a arriesgarse en grupo, algo de dinero (entre muchos se reparten mejor los gastos) para poder iniciar un emprendimiento profesional. Esto puede generar ciertos roces o prejuicios de los demás profesionales. De todos modos, es una causal de odio al abogado que puede limitarse o circunscribirse a cierto sector, el de profesionales tradicionales.
5) La campanada del mal: Habitualmente las personas recurren al abogado cuando su vida tiene algún tipo de complicación legal que repercute en su vida personal. Es poco habitual que una persona busque a un abogado para hacer un chequeo de su situación legal, como ocurre con los médicos(Sin perjuicio de los abogados expertos en asesoramiento empresario, por ejemplo). La causal, resumida con el refrán (el de la vaca) puede explicar el odio a los abogados en este tópico. Nadie quiere tener que ver a un abogado pues si lo necesita, algo en su vida no anda bien, tendrá que divorciarse, algún familiar cercano ha fallecido, un deudor no le ha pagado, ha sufrido un accidente de tránsito, tiene un problema con un empleado o lo que sea que necesite, usualmente, no será bueno. El abogado es visto como un pájaro de mal agüero. De todos modos para echar por tierra esta cuestión, cabe recurrir a los médicos. Cuando una persona recurre a un profesional de la medicina, a menos que se realice un chequeo de rutina, tendrá algún mal que lo aqueje y necesite eliminar. No veo que la sociedad tenga una mala impresión de un médico cirujano, previo a entrar al quirófano, o de un médico especialista en el tratamiento del cáncer (hemátologo u oncólogo) y las situaciones que llevan a los pacientes a requerir su servicio son iguales o peores, en general peores, que casi todo campo de actuación de un abogado. Si el médico cura enfermedades y es bien visto, ponderado en la comunidad, por qué alguien que "cura" problemas legales no será ponderado como lo merece. Otra pregunta cuya respuesta no creo poder realizar en esta entrada.
6) No todos corremos ambulancias: Hay profesionales que para captar clientela tienen métodos algo especiales, contactos con médicos (los bien vistos), ambulancieros e incluso policías. Su objetivo es "agarrar" casos. Fuera de la estafa al cliente cuando perciba una eventual reparación del seguro, incluso si no se incurre en la misma, no hay dudas que el "marketing profesional" en estos supuestos está algo desviado. Lo mismo ocurre con los abogados que visitan velatorios para intentar dejar alguna que otra tarjeta profesional. Cuando una persona está herida o despidiendo un familiar, supongo que lo último que querrá ver es un abogado que pretenda aprovechar la situación para obtener rédito futuro. Estos abogados son los que derraman, con su imagen negativa, una proyección social que perjudica al resto de los colegas, que recurren a otros métodos, algo más éticos, para obtener clientes.
Ya terminando la entrada, cabe mencionar que el odio a los abogados es totalmente infundado. No se debe odiar a nadie, pero si no se puede evitar, el odio debe limitarse al profesional que motivó la reacción negativa. En el caso de la política y los abogados, no se debe odiar a los abogados pues que un presidente lo sea, no significa que sus posibles desmanejos deban derramarse sobre todo un colectivo profesional, máxime si tenemos en cuenta que el presidente, al tomar una medida impopular, no lo hace como abogado, sino como funcionario público. Que hayan abogados sin vocación que puedan incurrir en errores o no honrar la profesión como deben, no significa que los demás colegas deban entrar en la misma bolsa. Como un mal médico no hace a la medicina, un mal abogado no hace a la abogacía. Lo mismo se aplica para el tópico 6. En cuanto al punto 5, que un abogado sea necesario en situaciones apremiantes no solo no es negativo, además es positivo, pues el abogado es el único sujeto capaz volcar su conocimiento y experiencia profesional para remediar la situación perjudicial. ¿Cómo se puede tener un prejuicio u odio con alguien que te ayudará a resolver tus problemas?. Preguntas sin respuestas.
FIN DE LA ENTRADA.
Yo creo que el problema viene en realidad por la soberbia que expelen, pensándose mas que el resto, llamándose y permitiéndose llamar ''Doctores'' sin tener un Doctorado
ResponderBorrarSeñore/as.aterricen 36 materias no los transforman en dios, ni los transforman tampoco en dictadores de una ética que solo ustedes entienden
willie.... la mayoria carecemos de soberbia, y no nos creemos dioses. Ah, además nadie nos llama doctores.... con suerte nos dicen Che
BorrarWilli das pena. Lo de Dr. es usanza de ls costumbre. Fijate di algun psiquiatra te cura el odio.
BorrarGabrielita, bien soberbia tu respuesta. Abogaduchos de mierda, la gente los odia porque lucran con el dolor de la gente, nada más. Nada tienen que ver las series yankies como dice el salame que escribe. Ah y se nota que el 80% de ustedes cayó en esa carrera porque no sabía qué mierda hacer de su vida.
BorrarInteresante artículo, tengo muchos conocidos Abogados de hecho iba a estudiar Abogacía pero el nivel académico me pareció demasiado mediocre, y opte por otras ciencias, en relación al rechazo de los abogados y el odio desenfrenado se debe en gran parte por que casi todos son falsos y traicionan a sus clientes pactando con el enemigo y no conocen la ética o mejor dicho no la practican solo algunos merecen respeto, 1 de cada 100. Además de lo traumático que resulta llevar adelante un Juicio los tiempos y el poder judicial de este país es un asco.
ResponderBorrarfriederich: contame cuántos casos conociste de traición al cliente y pacto con el "enemigo"... (pero posta, eh)
BorrarMuy interesante el post, a nosotros si que nos ha pasado algunas veces mientras llevamos algún caso pero no hay que darle mucha importancia, estamos ahí para apoyar a las personas en caso de que tengan un problema
ResponderBorrarEra una de mis preguntas y me animé una vez a preguntárselo en clase a mí profesor de derecho. Mi opinión personal es que es una lastima que haya abogados que se ganan el dinero engañando a el cliente. En mi caso si llego a recibirme y ser abogada como código personal jamás va ser engañar y mentirles a mis clientes.
ResponderBorrarYo evito generalizar, pero, todos los abogados que he conocido hasta hoy son unos malditos cerdos sedientos de dinero y dominio. Se que no son todos, pero, imaginen que es un trauma como la payasofobia (vieron a Penywise de niños y piensan que todos los payasos son asi)yo sufro de abogadofobia desde niño ya que uno me dejo sin hogar hace 14 años y vivi en la calle un tiempo gracias a ese oportunista.
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