jueves, 11 de septiembre de 2014

DERECHO Y ROBÓTICA

  Las nuevas tecnologías siempre han significado un desafío para los legisladores y, desde luego, los jueces. Desde la revolución industrial la raza humana ha encontrado nuevas maneras de cuestionar lo conocido. Pueden ser vacunas de dudosa reacción en la humanidad, maquinas aeroespaciales más potentes que incluso obligaron a las Naciones Unidas a crear un Tratado de Espacio Ultraterrestre con un protocolo relativo a los astronautas y en un futuro no muy lejano, la robótica será el arquetipo del cambio social producido por las nuevas tecnologías, al desafiar la absoluta realidad que nos indica que las maquinas actuales no tienen poder de discernir los actos que realizan.
   Pero el cambio no es lejano, lo que ahora es ciencia ficción en 20 o 30 años será realidad. El hombre está empecinado en tercerizar tareas, en principio desagradables, en personas de países más pobres que no tienen tapujos en aceptar trabajos para subsistir, pero incluso va más allá al concebir la posibilidad de diseñar seres con un grado cada vez más alto de cognición, para que realicen estas y otras tareas. No siempre la derivación de actividades odiosas es el motivo del avance científico, también la tendencia humana, canalizada mediante la ciencia, de explorar nuevos caminos, lleva a científicos a desarrollar prototipos de maquinas que imitan, año a año, con mayor perfección el arte de pertenecer a la raza humana.
    ¿Y que ocurre con el derecho?  Hoy día el sujeto común no tiene a disposición maquinas lo suficientemente inteligentes para dudar si su actuación se debió a un proceso cognitivo propio o a una programación predeterminada por su creador. Entonces, las maquinas siendo meres artefactos, están exentas de responsabilidad. Si una maquinaria causó un daño, desde el prisma Civil la responsabilidad corresponderá a su dueño o guardián, pues aún con todo el esfuerzo intelectual no podemos todavía admitir que algo distinto a un hombre pueda tener poder de decisión y modificación sobra el mundo que lo rodea. Penalmente, la maquina será un medio, un instrumento inerte, utilizado por el hombre para causar un daño, por consiguiente quien dispuso de ella será el sujeto activo del délito en cuestión. Las maquinas son como animales, sin poder de discriminar la magnitud de sus actos y nadie en su sano juicio, actualmente, cuestionará el todopoderoso alcance del obrar humano en el mundo jurídico.
    Pero a futuro la situación no es tan clara, aquí comienzan las situaciones escamosas que requieren un complejo análisis. El ser humano desarrollará Robots que serán humanoides, imitarán nuestra forma de caminar, podrán dialogar (incluso ahora pueden) e incluso pensar...me detengo en esto último, si un robot dispone de poder cognitivo, ¿puede ser responsable de los actos que realiza?. Acá surge otro interrogante, ¿cual es la frontera jurídica que utilizará el hombre para separar el obrar de una maquina sin poder de decisión de un Robot plenamente responsable de sus actos?, en otras palabras, el arte de pensar no es simple, incluso para determinar al humano inimputable la frontera no siempre es clara por ello, los procesos "intelectuales" de las maquinas son un desafío aún más complejo. Cuando los científicos puedan recrear en un robot algo similar a un cerebro humano, con cientos de miles de millones de conexiones neuronales, no dejaremos de estar en presencia de un ser "sui generis", que incluso siendo lo suficientemente inteligente para tomar decisiones, no deja de estar programado por un hombre. Aquí la cuestión consiste en dilucidar el grado de programación que haya tenido la maquina, pues si se trata de robots todavía precarios, es claro que toda acción para la cual no haya sido programado hará responsable al hombre (o empresa) que lo haya construido, o al sujeto que disponga de sus servicios. ¿Y para las acciones para las que fue programado?, acá surge la duda y habrá que juzgar el grado de cognición alcanzado por la maquina para discernir su grado de responsabilidad. Esto no ofrece problemas en la actualidad ni en un futuro cercano, pero creanlo o no, en 50 o 100 años será un tema de discusión insoslayable.
    Pensemos desde el punto de vista Civil. Si un robot causa un daño para una acción ajena a su programación no tengo dudas que actúo como "una cosa", por ende será responsable su dueño o guardián por el vicio o riesgo de tal cosa. Si fue programado para la acción que realizó o lo fue para una cantidad ilimitada de acciones, entonces, alcanzado un cierto grado de sofisticación, estaremos en presencia de responsabilidad subjetiva del humanoide que ha realizado la acción analizada. De todos modos aún en este supuesto, será necesario recurrir (de modo forzado por cierto) a la responsabilidad objetiva del dueño o guardián pues, en caso opuesto, todo reclamo se tornaría de imposible cumplimiento pues no es sencillo imaginar que un humanoide posea patrimonio propio  para resarcir a la víctima.
    Sin dudas la ciencia jurídica requerirá el auxilio de ramas del saber muy lejanas. Será imperioso que los científicos divulguen sus avances y marquen la frontera, de acuerdo a sus conocimientos, entre maquinas sin poder de decisión y seres artificiales inteligentes y, en este último caso, enumeren las acciones para las que lo son. Esto facilitará la tarea de los legisladores y los jueces del futuro no tan distante, para merituar el grado de responsabilidad de una maquina y el grado de disposición que un ser humano realice sobre ella, para dilucidar que tan imputable le es el acto de un ser inteligente.
   Hoy es 11 de Septiembre de 2014, el planteo disparará jocosas bromas en muchos de los lectores, no dudo que sea así, toda la tecnología a nuestra disposición requiere la "mano del hombre" para su funcionamiento, desde un celular o computadora hasta un automóvil, pero en 30 o 40 años la situación sería otra, habríamos avanzado tanto en la robotica que el dilema no será que responsabilidad tiene el hombre...habremos de definir que responsabilidad tiene la maquina. Entender que el futuro es cada vez más cercano (sin decir que ya llegó para no trillar frases) es imperioso para comprender el mundo que no solo le dejaremos a nuestros hijos, sino que viviremos muchos de nosotros.

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