domingo, 21 de diciembre de 2014

DESTRUYENDO AL PENALISTA QUE HAY EN MÍ

   En una charla de café, con un amigo, surgió la idea de dedicar una entrada a la temática que abordaré a continuación. Se trata de un fenómeno poco cuestionado/estudiado pero que he visto con mucha habitualidad. ¿Por qué tantos aspirantes a abogados, entiéndase estudiantes o personas que comenzarán la carrera, desean ser abogados penalistas? y lo más importante, ¿por qué tan pocos terminan haciéndolo efectivamente?. Interrogantes que pretendo responder, partiendo de experiencias personales.

    1) Roce mediático:Esta es quizás más una respuesta a la primer pregunta que a la segunda.
    En los noticieros, diarios o sitios web informativos es mucho más probable que se divulguen policiales, con su necesaria derivación penal, que otras cuestiones jurídicas, con menor tenor de atracción popular. Los abogados famosos, aquellos que muchas veces forman el estereotipo del abogado promedio en la conciencia popular, son penalistas y han alcanzado notoriedad por su participación en un homicidio, violación, robo o cualquier otro delito,  con amplia cobertura periodística. Recuerdo una breve anécdota con un peluquero, al hablar de la vida, le comenté que estudiaba derecho (sería mi segundo año) y sin medir anestesia me preguntó si defendería a un violador. Por algún motivo en la cabeza de este hombre,  ser abogado es ser penalista. No es forzado pensar que la exposición mediática de los casos penales y los abogados dedicados a esa rama, generan en aquellos aspirantes a ser abogados, cierta admiración por el derecho penal, además, al ser la única conocida, la que se lleva todos los reflectores, es probable que incluso al estudiante lo motive estudiar abogacía para algún día llegar al programa de Mauro Viale o tener una discusión acalorada con Canaletti, claro, mediante la participación en un caso penal.
    Lo que ocurre al empezar la carrera es que el derecho penal es una parte, importante, pero parte al fin, de un universo mucho más amplio, con derecho público y privado y distintas variantes dentro de cada rama general. Sí alguien deseaba ser penalista, quizás haber conocido el derecho civil, comercial, administrativo o cualquiera que fuera, le puede haber cambiado la concepción que tenía en el colegio secundario. Esto explica, en cierto modo, por qué tantos ingresantes que tienen una concepción parcial de la abogacía, en caso de no abandonarla, quizás se inclinen a otra rama. En mi experiencia personal, yo también deseaba especializarme en derecho penal, pero los siguientes tópicos, quizás en orden de importancia, han licuado esa intención. Sí alguien se preguntó qué me gusta, después de tantas entradas variables...me gusta mucho el derecho comercial.

    2) Enfoque unidimensional: Esto es algo que ocurre una vez iniciada la carrera, no previamente. El derecho penal (Parte general), al menos en mi universidad, se enseñaba con una visión única, casi monopólica del saber. Todos los profesores, de mi comisión,  recomendaban, y seguían con énfasis, el pensamiento de Zaffaroni. Sin desmerecer la calidad de jurista del miembro de la Corte Suprema de Justicia, me permití durante toda la carrera (y en la actualidad) no coincidir con algunos aspectos de su visión. Llevándolo, quizás incorrectamente, a otras personas, tomo el atrevimiento de pensar que a muchos estudiantes no les ha gustado algo de Zaffaroni, o quizás todo, y las escasas posibilidades de aprehender la parte general del derecho penal bajo el modelo de otro autor, ha redundando en pérdida de interés en la materia. Nobleza obliga mencionar que, de seguro, dependerá de la cátedra que elija el alumno, el tipo de conocimiento al que estará expuesto y que, incluso en una comisión donde se siga a Zaffaroni, siempre se podrá estudiar a otro autor, aunque las clases estén diseñadas bajo el esquema unidimensional referido. En mi experiencia particular, la cátedra que elegí (y varias más) enseñaban la materia siguiendo a Zaffaroni, diseñaban las clases según su "Manual de Derecho Penal" e incluso los parciales seguían su huella. Dedicarme a una rama donde las posibilidades de discusión teórico/práctica son complejas, donde la enseñanza es apropiada/cooptada por un sujeto, casi de modo único, me ha generado desazón en cuanto a ser penalista. No me molesta que me enseñen, que me cultiven, sí me molesta que pretendan diagramar esa enseñanza de acuerdo a un esquema previo, cuyo cuestionamiento es una utopía.

   3) Choque con la realidad: A mi entender, para tomar la decisión de ser o no ser abogado penalista, hay una condición infranqueable: visitar una institución carcelaria. En mi caso, fui al penal de Batán en 2012, cursando Criminología. Sí mi interés por ser penalista venía algo diezmado por la razón 2, aquí lo he perdido definitivamente. En otra entrada cuyo nombre no recuerdo a estas alturas del año, he mencionado que la cárcel es como el capitalismo, un sistema pasible de críticas por doquier, filtraciones morales eternas pero que, por desgracia, es el único viable según el contexto actual. Esa institución,  donde un sujeto condenado por un delito contra la propiedad (o más leves) o, incluso, con prisión preventiva, ingresaba para "resocializarse",  pero que al fin de cuentas termina logrando el resultado contrario, haciéndole perder a la persona, día a día, su dignidad, su contacto con la realidad, sumiéndola en códigos éticos apartados de la sociedad...esa perniciosa y claustrofóbica institución es mucho más cuestionable cuando se la conoce en persona, créanme. Recuerdo estar en un pabellón, hablar con los reclusos, salir al patio y ver una pared de 4 metros de altura con un alambre de púas en su parte superior. Pensar que hay gente que vive así, encerrada, apartada del sistema y luego, al salir, la propia sociedad exige que su comportamiento fuese como si hubieran estado los años necesarios para purgar su condena, indemnes a los efectos del encierro, la inactividad, tal como si la hubieran pasado en un campamento recreativo.
    Creo que para ser abogado penalista, quizás con desconocimiento, hay que estar muy vinculado a las instituciones carcelarias (o dependencias policiales varias), y el sólo pensar que una parte importante de mi vida profesional tenga que desarrollarse en cárceles, terminó por destruir al penalista que hubo alguna vez en mí. No podré responder si la repulsión por la cárcel responde a intereses morales superiores o a egoísmo puro, a no querer pasar horas de mi profesión visitando sitios cuya inexistencia seria lo más indicado, pero, lo importante, es que visitar la cárcel me ha cambiado  mucho.

   4) Códigos laborales: Partiendo de una suposición personal, el trabajar en un estudio especializado en derecho penal reconduce a partir de una estructura ajena, con contactos que permitan al joven profesional ingresar en un mundo paralelo al real. No es sencillo, por no decir que es imposible, abrir un estudio jurídico con colegas recién recibidos, que pretenda abordad casos penales. Para esto, muchas veces se necesitarán vínculos policiales, con sujetos que conozcan el mundo del hampa y estructuras laborales complejas que un profesional emprendedor (o conjunto de) difícilmente puedan tener por sí mismos. No es privativo del derecho penal pues, por ejemplo, para ser abogado especialista en derecho societario, dudo que un estudio novel pueda acceder a clientes de cierta valía. Es una razón a posteriori, es decir, luego de culminar la carrera, así como el primer tópico respondía a un inocente alumno del secundario, aquí me posiciono como abogado recién recibido. Sí alguien sabe como captar "clientela penal" sin trabajar en un estudio especializado, sin contactos, recién salido, cándido, de la universidad, que me lo diga, será interesante analizarlo.

   5) La ética del cuervo: Recuerdo a un profesor decir que el abogado penalista deberá posicionarse argumentativamente según el interés que le toque defender. Hasta aquí no hay conflicto, pero qué ocurre cuando haya que mamar de tal manera un enfoque ideológico que la propia ideología del individuo quede marginada, o borroneada por sinuosas fronteras morales. Algo así como pensar que en caso de ser el abogado del particular damnificado en un delito de violación, habrá que posicionarse de un cierto modo, totalmente opuesto al supuesto de ser el abogado defensor del sujeto acusado de violación, del imputado/procesado. Sí eso llegase a ocurrir, si me tocasen ambos casos en mi vida profesional, dónde quedará mi posición, cuál será, acaso existirá una idea formada,  que subsista ante los embates de mundos tan opuestos. La falta de ética no está en defender a dos personas, obviamente en casos distintos, con intereses opuestos, mas la encuentro en ir perdiendo, gradualmente, la propia frontera moral, los valores y principios que nos indican qué debemos y qué no debemos hacer para ser abogados...y personas. Yendo aún más allá, cómo puede una persona que pretenda mantenerse sana, abstraerse de su formación, aquello que lo ha motivado en su vida, para responder a visiones del mundo tan repulsivas entre sí. Sumando años de profesión, muchos casos similares, el profesional de seguro seguirá intacto, cambiando de posición jurídico/moral de acuerdo al interés que le toque defender...pero la persona, qué queda de ella, queda algo?.

2 comentarios:

  1. Hola, realizas interesantes análisis, despues leo los otros. Te felicito primero que nada por tu objetividad, no es fácil la autocrítica general. Respecto a esta entrada, me parece bien por vos que no sigas penal, al visitar las cárceles te diste cuenta que no era lo tuyo. Sin embargo, el abogado esta para eso, para los conflictos, las crisis, los problemas. No entiendo a los estudiantes que eligen una rama del derecho en base a cual es mas "facil" o menos "Complicada", en otra palabra, menos áspera. Sea en penal, en civil o en derecho marítimo, el abogado esta para solucionar el conflicto, o al menos, representar a una parte en el intento de solucionar el mismo, como lo quieras ver. Uno tiene que saber cuando elige abogacia, que no se va a encontrar con un mundo teñido de rosa. Que esta para trabajar, para colaborar, para ayudar inclusive. Yo, por ejemplo, pienso seguir derecho penal, y soy consciente del desastre de las cárceles, del trato a los presos, de la mafia. Y no por eso voy a dar un paso al costado. Eso si, se que conflictos, hay en todos lados. Saludos.

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  2. Santiago, gracias por comentar, siempre se valoran los aportes. Me parece interesante en cuanto decís que el mundo no está teñido de rosa pues es cierto que si se parte de una concepción utópica de la realidad, quizás algo inocente, entonces cualquier rama del derecho es de imposible ejercicio pues el conflicto es inherente a esta bella profesión. Viéndolo en retrospectiva creo que al análisis quizás le han faltado algunos puntos, fundamentalmente uno en particular, que atañe a la posible violencia a la que esté expuesto el abogado y que la responsabilidad en su obrar no compromete un patrimonio (de por sí importante) sino la libertad de una persona, su integridad física y moral y, por ende, gran parte de su futuro. Entendiendo esto, no sólo la presión es mayor, además el riesgo de estar vinculado a personas que quizás no reparen en ser violentas pues ya han perdido gran parte de la esperanza. Por eso no estoy de acuerdo en cuanto a criticar a los abogados por no elegir una rama cuando es "áspera", pues quizás simplemente deseen no estar vinculados a personas que puedan ser realmente violentas en situaciones de presión, siempre partiendo de la premisa que los conflictos existen en todas las ramas pero no es lo mismo una sucesión o un cobro de pesos que ser abogado de un particular damnificado y tener a las familias llamado 3 veces por día porque quieren ver frito al tipo que cometió el hecho, sólo para citar un ejemplo. Muchas gracias por el aporte y espero te interesen el resto de las entradas.

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