viernes, 12 de diciembre de 2014

RAZONES PARA NO SER ABOGADO

   En un ejercicio interesante que demuestra la paulatina merma en la lógica y sentido común derivada de la redacción de un blog, en la presente entrada, pretendo refutar los argumentos vertidos en la inmediata anterior. Sí en "Razones para ser abogado" enuncié algunos valores de la profesión, aquí, simplemente, intentaré mostrar la cara opuesta de los referidos. Me posicionaré como si fuese una persona distinta, leyendo y cuestionando cada uno de los tópicos en favor de la profesión de abogado.

   1) Nobleza: La concepción utópica de la profesión de abogado es algo más propio de un estudiante del nivel medio con ansías de salvar al mundo que de un profesional recibido. Muchas veces, el abogado termina siendo más un conocedor y aprovechador de las burocracias judiciales, tecnicismos legales y trampillas jurídicas que un arduo defensor de la igualdad social. No pretendo desconocer que hay colegas que dedican su carrera a lograr objetivos superiores, pero por cada uno de estos, hay cientos que priorizan la obtención de rédito económico por sobre los valores que dicen defender. Así como hay abogados que defienden a muchas personas afectadas, mediante un amparo colectivo, por los excesos de los poderosos, también estará el letrado que cobre millones por proteger los intereses de empresas multinacionales, incluso contra sus propios ideales. La nobleza de la profesión no es una cuestión cosificada, indemne a la interpretación e inherente a la profesión,  mas depende de la persona que ejerza y sobre todo, cómo lo haga. Tristemente, además, las personas con menos recursos, cuyos derechos no deben ser vulnerados, no tienen el mismo acceso a la justicia (y por ende, a un gran abogado) que aquellos sectores sociales favorecidos, que podrán servirse de un profesional laureado y respetado, quizás hasta publicado y admirado por el sistema judicial. ¿Es la abogacía una profesión noble?, quizás lo sea, si buscase el significado en latín de la palabra, pero muchas veces la realidad nos hace relativizar las conclusiones alcanzadas.

   2) Ductilidad: Entiendo el punto al referir las posibles salidas laborales de un abogado, pero haciendo un análisis más profundo, estoy en presencia de otro tópico digno de ser atenuado. Al abogado, al menos en la mayoría de las universidades argentinas, se le enseña a litigar, se lo educa, durante la carrera, bajo el modelo de enfrentamiento y conflicto con una parte que representa intereses opuestos. De este modo, así como hay muchas salidas laborales, también hay muchos abogados, pero la mayoría de estos no estarán dispuestos a enseñar o asesorar pues verán en la litigación, generalmente ejerciendo la profesión liberalmente, la única salida laboral posible. Entonces, si hubieran cientos de oportunidades laborales o nichos económicos, estos perderán razón de ser, entendiendo que un porcentaje para nada despreciable de letrados quieran ejercer la profesión, litigando, haciendo aquello que es, quizás, lo único para lo que fueron bien preparados. Por otro lado, la posibilidad de asesorar a integrantes de un cuerpo legislativo o a empresas, si bien es algo plausible, no se lo puede igualar a las dos grandes oportunidades: ejercicio profesión de forma liberal y desempeño en dependencias públicas. Bajo esta línea de pensamiento, se puede hacer una entrada mostrando las oportunidades de un ingeniero, y dentro de estas, la participación en un ambicioso proyecto de robótica en Japón. La posibilidad está, es latente, pero no inherente a la profesión, la inclusión en el proyecto dependerá de cualidades personales y variables diversas. No por ser ingeniero se podrá participar en un proyecto en el extranjero como tampoco, por ser abogado, se podrá asesorar a un senador o trabajar en un medio de comunicación. Entonces, concluyo que la ductilidad es un punto cierto de la abogacía, pero en gran parte se supedita a las condiciones personales, intelectuales y académicas del letrado mas no es un valor inherente a la carrera.

   3) Perdurabilidad: Partiendo del hecho que la vida promedio de una persona en Argentina está entre los 76 y 80 años con, exagerando, 50 años de ejercicio profesional, no veo la relevancia que tiene para un abogado saber que hace miles de años, los Babilonios tenían un sistema jurídico o que los Hicsos tenían reglas de convivencia. Quizás le sirva al colega para inflar el pecho, y sentir que forma parte de una Élite, pero no para mejorar su situación actual. A un letrado desempleado, le toca vivir hoy, aquí y ahora, sí las profesiones más buscadas son las relacionadas al mercadeo e informática, ¿qué le importará al desempleado  formar parte de un colectivo profesional sin barreras temporales si hoy, doce de Diciembre de 2014, no puede obtener un trabajo y es marginado por, justamente, las profesiones mencionadas?. El argumento vertido en "Razones para ser abogado" en lo referido a este tópico, parece más un inocente consuelo para atemperar la dureza que el mercado tiene con la profesión que una verdadera razón para ser abogado. Dudo que a un joven que salga del secundario, alguien que lo aprecie, le recomiende ser abogado porque es una profesión que siempre ha existido. Lo relativo al cambio de paradigma laboral causado por una profunda variación socio-económica, sin dudas es una deducción carente de lógica. Primero, se hace futurismo, pues nadie puede asegurar que el sistema económico en que vivimos vaya a derrumbarse y en el caso que esto ocurriera, tampoco se puede aseverar que la profesión de abogado sea necesaria, o se mantenga, en los mismos términos que en la actualidad.

   4) Necesidad: Quizás sea el tópico que me ofrezca menos reparos. La abogacía es una profesión muy cercana a la vida en sociedad y como eso es lo que nuestra raza ha conocido durante gran parte de su existencia, parece difícil imaginar vivir de otro modo. Lo único que cabe cuestionar es la relación entre conocimiento legal y abogacía. Es decir, en la actualidad nadie puede negar la equivalencia absoluta entre profesional que conoce la ley y abogado, pero tampoco creo que en la historia quienes conocían la ley eran estrictamente abogados, necesarios para que el proceso pudiese existir. Esa es una concepción actual, pero en Egipto y Babilonia (por ejemplo), no existían los abogados, y de hecho se los prohibía por creer que su alegato podía hacerle perder objetividad a la decisión de los jueces. Las partes iban ante los jueces y, en el caso de Egipto, se podía apelar ante el faraón, que, tenía la decisión final. En la ciudad estado ateniense, eran los ciudadanos los que, por conocer en puridad la ley, preparaban su defensa con la asistencia del "orador-escritor", un sujeto que, por su conocimiento en oratoria y retórica, preparaba el discurso. Fue este el momento en que se inició la abogacía,  profesional,  de forma aislada y fueron los romanos, quienes la sistematizaron. Con esto pretendo demostrar que durante una pequeña porción de historia del hombre gregario, la abogacía ha existido y se ha manifestado como profesión. Anteriormente, los procesos se podían llevar a cabo, las partes conocer algo de la ley que regía su caso y llevarlo ante los jueces,  sin necesidad de un intermediario. Los egipcios, sumerios, chinos no supieron del abogado y fueron civilizaciones igualmente avanzadas. De igual modo, si en cien años, hay un profundo cambio socio-económico, digamos, yendo hacía un régimen comunista, y el estado modifica el sistema legal, lo hace simple y asequible para todos los ciudadanos, entonces quizás se regrese, sin ninguna dificultad, al sistema antiguo, donde las partes defendían sus propios intereses y no necesitaban un intermediario para ello. Con esto no quiero decir que la profesión de abogado no sea necesaria, sólo intento relativizar las conclusiones alcanzadas en la entrada anterior. También cabe aclarar que la abogacía, sigo insistiendo, siempre ha existido como rama del saber que estudia e interpreta las reglas que una sociedad se da a sí misma, lo que es variable, es la profesión de abogado.

   5) Adaptabilidad: Es complejo rebatir la "Adaptabilidad" de la profesión de abogado. Quizás la forma más efectiva sea considerar que es relativo que sólo el abogado tenga un posible enfoque multidisciplinario. A los Contadores, además de enseñarles economía, les dan una formación legal bastante más importante que la formación contable que recibimos los abogados. La mayor parte de las profesiones, quizás exceptuando a las carreras en ciencias duras, reciben contenidos de otras carreras y el egresado, al desempeñarse laboralmente, tendrá que acudir a conocimientos ajenos a su ámbito de comodidad. De todos modos, en este punto sostengo gran parte de lo dicho en el mismo tópico de la entrada anterior, en cuanto la profesión de abogado realmente requiere ir adquiriendo conocimientos de otras ciencias a medida que los casos se presentan, y se deben investigar.

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