miércoles, 10 de diciembre de 2014

RAZONES PARA SER ABOGADO

   
  El objetivo de la presente entrada es destacar algunas razones para ser abogado. Intentaré enunciarlas mediante valores, de los que se desprendan tales razones.

   1) Nobleza: La palabra "abogado" proviene del latín (como tantas otras), Advocatus, su significación literal al castellano es llamado en auxilio. Eso es el abogado, un profesional que atiende a su cliente cuando lo necesite. Una visión ideal, un abogado que defiende a los pequeños, desposeídos, disminuidos, incluso a los agredidos por los poderosos, por aquellos que tienen todas las de ganar pero que encuentran un limite infranqueable: la ley. Nadie mejor que el abogado para conocerla, entenderla e interpretarla de acuerdo a los intereses de su defendido. No me caben dudas que la abogacía es una profesión muy noble, solo pensar en la significación de la palabra "defender" me da mucho en que meditar. Ponerse, casi como un escudo humano, frente al cliente e intentar recibir los disparos legales y, en el mejor de los casos, transformar tales afrentas en un mundo un poquito más justo. Ser abogado es creer que el avasallamiento de los poderosos puede tomarse como el principio de algo más grande, un puntapié inicial para demostrar, con un caso concreto, que no todo puede permitirse y que todos, por menos "importantes" que seamos, tenemos derechos básicos que no pueden ser vulnerados.

 2)  Ductilidad: Buscando en los rincones más recónditos de mi mente, no he encontrado carrera con mayor campo de trabajo que la abogacía. Desde ejercer la profesión liberalmente, hasta tener un cargo público, sea en el poder judicial o alguna otra dependencia estatal, pero aquí no termina, pues trabajar en empresas en el departamento de legales o constituirse en asesor externo, son otras posibilidades para el abogado. Incluso hay letrados que trabajan en asesoramiento a cuerpos legislativos, sean nacionales, provinciales o municipales, otros encuentran su camino en la escritura, docencia en distintos niveles e, incluso, en los medios de comunicación, tratando temas conexos, o no, al derecho. Tampoco desconozco que la abogacía es la puerta de entrada a una eventual carrera política, sea por la capacidad de diálogo y sociabilidad aprehendida en la carrera o por decantación natural, siempre es más fácil intentar cambiar a la comunidad, desde la gestión, siendo abogado que, por ejemplo, médico o contador.

  3) Perdurabilidad: Les recomiendo que se tomen el trabajo de suscribirse a sitios de empleo web, estilo "Zonajobs", entre otros. Lo habitual es que 8 de cada 10 ofertas de trabajo se las dividan los "ejecutivos de ventas" y los "programadores informáticos". No es por minimizar estas salidas laborales que, generalmente, corresponden a carreras de Marketing o relacionadas a la computación, pero creo que la matriz económica que requieren es mucho más volátil que la de un abogado. Dicho de otro modo, las carreras no tradicionales, que pueden vivir un amor transitorio con el mundo laboral, suelen ser mucho más permeables, que las tradicionales,  a las vicisitudes que afecten al país, sea en el ámbito político y, sobre todo, económico. En cambio, quizás algo lastimada por el mundo post-moderno, la abogacía es, déjenme usar un oxímoron, una carrera siempre de moda que nunca dejará de serlo. Desde el código de Hammurabi, pasando, para los más religiosos, por los mandamientos, siguiendo el camino del derecho de los pueblos originarios hasta llegar a la actualidad, no ha habido organización social que no se oriente/regule, por un ordenamiento jurídico. Partiendo de esta premisa, siempre hubo, hay y habrán sujetos especialmente preparados para conocer el derecho y sus variadas manifestaciones, con el fin de adecuarlas a lo que su cliente necesite...estos sujetos habitualmente son llamados abogados. A un abogado no le afectará un rotundo cambio económico o social, pues podrá estar seguro de algo...lo que venga, sea lo que sea, necesitará derecho,  quizás algo distinto, con otras expresiones y alcance, pero derecho al fin, y ahí habrá de estar el abogado, para estudiarlo, comprenderlo, armonizarlo y aplicarlo al caso que su cliente le plantee. Mientras exista sociedad existirá derecho y por deducción, abogados.

  4) Necesidad: Muy ligado al tópico anterior, por eso su inclusión inmediata posterior. Si hay derecho (siempre) se necesitarán profesionales que en él se especialicen. ¿Se imaginan un mundo sin abogados?, series animadas lo han planteado, como un mundo de paz y unión multirracial, en la mente de un colega. Yo me imagino más un escenario de descontrol, donde los que menos recursos tienen a su alcance ven una y otra vez vulnerados sus derechos sin poder acudir a nadie. Suponiendo que el derecho sea inherente a la vida social pero no la profesión de abogado, entonces, si dejásemos de existir por algún extraño motivo, me es difícil pensar que los ciudadanos, ante un "encontronazo" con el ordenamiento, canalizado en una disputa con un sujeto o empresa, deban conocer y, lo peor, entender las distintas manifestaciones jurídicas para demandar o contestar una demanda, máxime los breves plazos procesales. El ordenamiento civil argentino parte de una ficción, nunca más ficticia e irreal: No se puede invocar el error de derecho. ¿De dónde proviene tal afirmación?, obviamente, de los romanos "Ignorantia ver error iuris non excusat".  Claro está que la sociedad romana, de seguro más homogénea, permitía este tipo de presunciones. En la actualidad es imposible imaginar que todo integrante de la sociedad conozca al derecho de tal modo que no pueda alegar su desconocimiento. Cualquiera sea el nombre que se le dé, siempre será necesario un ser social que conozca el derecho un poco más que los demás. Si algún día más o menos lejano, un cataclismo natural, o provocado por el hombre, deja a la raza humana desperdigada por el mundo, en pequeñas tribus heterogéneas y nomadas, quizás en ese momento no se necesiten reglas y personas que las conozcan. Por ahora, en sociedad, somos necesarios.

 5) Adaptabilidad: Este tópico quizás sea la faz intelectual de “ductilidad” y “perdurabilidad”. Me refiero al contacto íntimo que tiene el derecho con otras ramas del saber, contacto que lleva al letrado a inmiscuirse en conocimientos, más o menos, lejanos al ámbito de comodidad profesional. Un abogado penalista, tendrá que tener conocimiento de criminología, si lo tiene, de seguro le han interesado algunas nociones básicas de psiquiatría. Incluso, yendo más allá, la sociología, si bien transversal a muchas ramas del derecho, puede hallarse ligada a lo penal. Un abogado experto en responsabilidad civil, si le toca un caso de “Mala praxis” médica, y mucho más si se especializa en este tipo de casos, tendrá que conocer algo de medicina, no al nivel de un profesional médico (ni muchisimo menos), pero si una noción superior al común de la gente. Un abogado tributarista habrá de conocer como se hacen los balances contables, los estados de resultado y cuestiones ligadas a la contabilidad. Si bien su labor no se expande a esto, tarde o temprano tendrá contacto con algún instrumento contable y mejor entenderlo que ignorarlo. Si el colega se especializa en responsabilidad de arquitectos en proyectos de obra, de seguro habrá de saber cuál es el parámetro de diligencia que se debe respetar, para esto tendrá que tener contacto con arquitectos, conocer algo de la materia, si se quiere de modo superficial, pero no puede ser un ignorante total en el tema. Un abogado comercialista especialista en el mercado de valores, deberá saber algo de economía, algo mucho, para ser más claro. Los ejemplos no terminan acá, lo que quiere demostrar la “adaptabilidad” es que el abogado tiene la suerte de poder ingresar sin pedir permiso ni mostrar credencial alguna, en conocimientos de otros profesionales, aprehenderlos, hacerlos propios y llevarlos al mundo jurídico, luego de, quizás, haberlos transformado para que sean aptos al derecho. El abogado tiene un contacto con otras disciplinas en mayor medida que los profesionales de estas tienen con el derecho...y con el abogado.

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