miércoles, 27 de mayo de 2015

PUDRICIÓN

   Son 4 o 5 dementes, no sabían lo que hacían, su fanatismo los ha llevado por caminos que jamas quisieron recorrer...pero lo hicieron, vaya que lo hicieron, con toda impunidad, como si se tratase de algo dentro de las reglas, aquella formula elemental, pero no por eso menos dañina, de pimienta, ají y ácido suspendió un partido visto por millones de personas. El descontrol se ha apoderado de cientos que replicaron conductas de sus semejantes, enardecidos, enloquecidos, delegando sus frenos inhibitorios en la masa que, obviamente, no los detendrá, eso es lo que dijo un especialista. Padres de familia con sus hijos, profesionales y trabajadores incluso figuras políticas (Bruera, intendente de La Plata) sucumbieron ante la necesidad de gritar, insultar y arrojar todo lo que esté al alcance.
   Pasan las 22:30 del sábado inmediato anterior en Monte Hermoso, una tranquila localidad costera de la Provincia de Buenos Aires. Algo no es normal, una joven ha desaparecido días atrás y luego su cuerpo hallado enterrado en un médano. Un grupo importante de personas sale a protestar a las calles, lo que era odio se transforma en destrucción y anarquía, se incendia la municipalidad, la casa de un comisario retirado, el museo de la ciudad y se asesina al abuelo de uno de los sospechados. La justicia por mano propia se ha convertido en su visión pervertida, venganza, y ésta última jamas es racional, no conoce de proporcionalidad ni lógica, consiste en ejecutar el brazo enloquecido de una horda hasta que el calor popular se calme, no importa si lo que se incendia es patrimonio de la ciudad o si se asesina a una persona por una relación sanguínea con un posible, repito, posible asesino.
   Ambos casos están separados por barreras no ya en distancia, sino en circunstancias, modos y resultados concretos. De todos modos hay algo en común que puede extraerse de una comparación entre ambos casos: hay un espíritu en la comunidad que consiste en creer que se puede hacer cualquier cosa y que lo que se hace está bien o, en su defecto, no tendrá consecuencias para quienes lo realizan. Cuando se concibe la existencia de tal espíritu que penetra en la sociedad y no conoce de clases sociales, independientemente de la mayor exposición y riesgo que tienen las clases sociales más humildes, diré que se cayó en un estado de pudrición, sí, pudrición, tanto de algunas instituciones como de los sectores que cometen los hechos concretos, no siendo privativo de alguien en particular. Muchos podrán decir que hay una ruptura/violación de las condiciones elementales del contrato social, yo creo que no,  pues cuando algo se rompe o viola, al menos, se está reconociendo su existencia y pretendiendo modificarlo mediante su inobservancia. En muchos de los casos testigo para lo que pretendo manifestar (como los dos citados) hay un directo desconocimiento, una actitud irreverente, casi burlona, de aquello que debe hacerse para no transgredir la ley ni la vida comunitaria. Cuando un grupo de personas persiguen a un presunto delincuente en pleno escape callejero, lo atrapan y ponen a disposición de las fuerzas de seguridad, todo parece indicar que se está poniendo en evidencia una falencia en las potestades de prevención y represión de las fuerzas de seguridad públicas, en cambio, si en lugar de "entregarlo" a la policía se golpea a la persona una y otra vez, dejándolo inconsciente/muerto, aquí no hay una violación a las reglas de convivencia, directamente se las desconoce, se está evidenciando mediante un comportamiento inequívoco que nada importa el actuar del estado, es indiferente lo que éste haga o piense,  pues un grupo de personas se arrogan la facultad de decidir por sí el destino de otra. Ahí queda bien marcada la diferencia.

   ¿Cuáles serán las razones para el desconocimiento de toda pauta de convivencia que se produce en determinadas situaciones, cada vez más comunes?. Antes que nada creo que corresponde aclarar que me es imposible explicar las razones del desconocimiento de las pautas convivenciales básicas, para así marcar la diferencia entre su violación/ruptura como una suerte de "negociación de las condiciones de la vida en comunidad". Todas las razones posibles podrán aplicarse tanto a la anarquía, usando una definición bastante laxa y quizás inexacta, como al deseo de cambio, pero dentro del sistema.

    1) Desconfianza en las instituciones públicas: Cuando se actúa enervado por la violencia, sin pensar en las consecuencias de los actos propios y de la masa de la que se forma parte en un momento particular se evidencia una desconfianza en las instituciones que el estado utiliza para administrar justicia o reprimir, prevenir o disuadir los hechos conflictivos. En el caso del partido era sabido que quienes arrojaron aquella mezcla "tumbera" de gas pimienta no serían impedidos de hacerlo por la policía (si hubiese habido policías quizás hubiesen sufrido agresiones, por eso no hay en las tribunas) y quienes agredían, desde las plateas,  a los futbolistas y cuerpo técnico de River Plate supondrían algo similar. El caso de Monte Hermoso es distinto en su génesis pero similar en la concepción: se ha asesinado a una joven y de seguro la respuesta estatal será insuficiente, no alcanza una posible investigación judicial que no dé resultados satisfactorios o una actuación policial en un pequeño pueblo costero entonces lo más indicado es tomar ese deseo de justicia y derramarlo sobre la comunidad en la que se vive. También en éste último caso quizás haya cierta confianza en la impunidad, tal como en el primero, pues se piense que al actuar en grupo no se sepa jamas quien causo la muerte del abuelo de un sospechoso o quienes causaron los incendios.

   2) Repudio al actuar estatal: Muy similar al anterior pero no idéntico. Un grupo de individuos guardan rencor, no simplemente desconfianza,  a las agencias estatales vinculadas a la prevención/represión estatal. Que la justicia es lenta y no condena, que la policía es un nido de corrupción y quién sabe cuántas otras deducciones similares engloban un sentimiento de rivalidad con el estado y sus brazos jurisdiccionales y punitivos. Como siempre, gran parte de las deducciones son relativas y dependen de la concepción de las persona que las realiza. Es cierto que la justicia no ofrece soluciones al ritmo que la sociedad (o parte de ella) exige o que la policía puede no ser la institución más honesta del país (aún pregunto cuál será) pero también hay que entender que por más veraces e indiscutibles que sean tales premisas nada justifica la violencia por mano propia o la actuación de un grupo de personas azuzadas a sí mismas como si no hubiese nada ni nadie por encima de ellas. Hay una ruptura argumental y de causalidad básica entre las premisas enunciadas y el resultado correspondiente a éste tópico, es decir entre creer que la justicia es lenta o la policía corrupta y por ello actuar bajo las propias reglas de acción sujeto a las reglas o valores que surjan de las circunstancias del caso. De todos modos en la presente entrada simplemente me reduzco a enunciar los motivos que pueden llevar a actuar a ciertas personas de determinada manera por eso termino aquí el análisis crítico.

   3) Los medios, otra vez los medios: Quienes lean habitualmente el blog pensarán que tengo una animosidad especial contra los medios. No es cierto, o no de modo tan tajante. En la entrada "En medio de la investigación" traté de dejar clara mi posición que los medios se involucran indebidamente o en exceso en las investigaciones penales diagramando, en gran parte, su futuro y en "El derecho de las hordas" hice alusión a la repetición de casos violentos que pueden generar un indeseado efecto rebote. Estas conclusiones se pueden vincular con la vorágine de información que el público dispone y la obvia facilidad que tienen los medios de comunicación por sobre la justicia (por ejemplo) para llegar con mayor simpleza y habitualidad a la comunidad. Lo que trato de manifestar con éste tópico es que los medios de comunicación pueden ayudar a propagar el ideal de los tópicos uno y dos, es decir, la desconfianza y el repudio al actuar estatal.

   4) Administración de la libertad: Quizás aquí esté ante la más polémica pero certera de las explicaciones al actuar podrido en ciertos sectores de la comunidad. No hay estudios de rigor ni evidencias confiables pero creo que aquellos países que sufrieron graves interrupciones a sus procesos democráticos, quizás hasta de modo sistemático, tienen mayor tendencia a no saber acostumbrarse a la libertad, en sus variadas e interminables vertientes. Hay un camino, que aparenta ser eterno, separando la abolición total de las garantías y derechos consagrados en la constitución y la república más pura y eficaz. Para llegar a ésta última hay que entender que la vida en sociedad no son sólo derechos sino, además, deberes. A veces es el propio estado quien no entiende esto y asocia cualquier imposición de limites con una cruel represión que rememora las etapas más oscuras de nuestro país. Si éste tópico es cierto, será el tiempo y sólo el tiempo el que nos permitirá acostumbrarnos a la libertad, entendiendo que además de merecerla, debemos conquistarla día a día.


   Aclaración final: Sé que desde Agosto del año pasado escribo un blog cuyo nombre es "Analistas jurídicos" (el singular no estaba disponible), quizás quien lea el título y no conozca mucho las entradas pueda preguntarse por qué no redacto artículos/ensayos más técnicos, citando artículos de distintos cuerpos legales. Sin dudas lo he hecho y volveré a hacerlo pero a veces la realidad de nuestro país es tan compleja e interesante que quedarse simplemente en lo técnico/legal sería desconocer la magnitud de los eventos sociales a los que nos enfrentamos. Si el fenómeno que aquí describo se "sistematiza" y comienza a repetirse de forma cada vez más habitual, estamos ante un problema grave pues el estado de derecho, ante la actuación de grupúsculos violentos, pende de un hilo, al menos en las circunstancias en que tales grupos actúan. Aquí las reglas estatales son reemplazadas por lo que requiere la circunstancia de modo, tiempo y lugar, así, si corresponde linchar a una persona o incendiarle la casa o simplemente destruir los vidrios de su casa, eso dependerá de la violencia de la horda o del hecho que se le imputa al posible victimario/víctima, pero una cosa es clara: en tal momento se ha producido una pudrición, sea en el poder del estado y el respeto que merece, en los valores de la sociedad y en la confianza de una república donde la libertad no sea un cheque en blanco para hacer cualquier cosa sino un valor para vivir en paz y armonía.



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