viernes, 19 de junio de 2015

CRÓNICA DEL INICIO PROFESIONAL

   Dicen que los comienzos son difíciles, esa es una frase casi como un paliativo de poca monta que pretende atemperar los crudos inviernos profesionales. Si los comienzos son duros, arduos e incluso agotadores, el saber que otros lo han pasado no es, a mi humilde saber y entender, mayor consuelo que saber que otros mueren. Sería casi como ampararse en el dolor ajeno,  el pasado en especial, y tratar de utilizarlo para que el propio sea más llevadero.
   Ser abogado joven y pretender encarar la vida profesional hace dudar si el tamaño de aquel traje no es un poco grande. Es que se ha terminado la universidad, aquella etapa de compañerismo, mates, cigarrillos en la escalera de emergencias y nudos en el estómago previo a rendir parciales y  ha comenzado otra  donde se está mucho más solo, los errores no son castigados con ser "bochado" y las virtudes no se premian con buenas notas, quizás lo difícil de los comienzos sea encontrar premios y castigos para la nueva etapa pues no están sistematizados, dependen del cliente, su buena voluntad, su caudal económico y hasta su personalidad. El presentar un escrito en tribunales es sólo presentar un escrito, aquella adrenalina de esperar una nota y escuchar vociferar al profesor el apellido seguido de la calificación que expresa tantas horas de esfuerzo y sacrificio, ya no existe,  ahora será un cargo, la cara de pocos amigos de un empleado de "mesa de entradas", filas interminables mirando a los costados, hacia adelante, leyendo los panfletos pegados en las paredes de los juzgados, quizás hablar con algún colega...es algo nuevo, desabrido aún, carece de aquel placer (y a veces dolor) de ser estudiante. Si yo fuera perro Pavlov se haría un festival con mí persona pues al parecer soy muy vulnerable al sistema de estímulos. Algún profesional de más experiencia podría decir que espere, que ya llegarán las sentencias donde se elogia mi elocuencia o se castiga mi idiotez, sí, no lo dudo, pero hoy es aquí y ahora (no descubro nada nuevo),  el vacío se hace presente y no me alcanza con saber que "lo que no es puede llegar a ser", parafraseando a Mirtha Legrand, me interesa lo que es, siempre ha sido así.
   Cuando se comienza en la profesión sin estar al amparo de un profesional familiar o cercano a la familia,  no se tiene mucha experiencia en el ejercicio liberal y  siento que debo cargar con varios aspectos inherentes al "manejo de un estudio", a saber: captación de clientes, trato con el mismo, redacción de escritos, diseño de estrategias legales (qué grande queda tal descripción), el traje se siente todavía más amplio. Por suerte y por desgracia los casos son directamente proporcionales a la experiencia adquirida. Por qué digo todo de modo tan complicado?. Cuando se es un joven profesional es poco probable que pueda ser el representante legal de una asamblea de tenedores de bonos, sí tocará algún laboral y casos de familia, pensar que cuando estudiaba creía que eran las ramas menos atractivas, qué verdad dijo aquella docente cuando enuncio estas palabras: "muchas veces la rama elige al abogado y no el abogado a la rama", el punto es que no creo ser "laboralista" o experto en divorcios toda mi vida profesional pero la presente entrada va dirigida a los comienzos. Dije "por suerte y por desgracia", por suerte ya que está bien comenzar con lo que se puede manejar, pero no voy a mentir, cuando suena el teléfono y alguien se contacta conmigo, una parte de mí espera que sea un "gran caso", quizás la nulidad de una asamblea de una Sociedad Anónima o algún caso de Mala Praxis médica.,  Será acaso una forma de buscar aquella adrenalina perdida?. Yo creo que lo mejor de esta profesión es aquel caso que exige esfuerzo, investigación, estudio, dedicación y búsqueda de alternativas, muchos de esos casos aún no están a mi alcance y ahí aparece la incertidumbre, acaso seré toda mi vida profesional un autómata con casos donde bastaría un "copy and paste" (lo repudio totalmente), perdiendo mi semblante en las filas de los juzgados o llegará el momento donde pueda encontrar aquel desafío que tanto me moviliza?.  El punto, volviendo al llamado,  es que la voz en el teléfono me dirá, a los pocos segundos de conversación, que se trata de un trabajador no registrado que pretende hacer valer sus derechos o un caso de alimentos. Por algo hay que empezar me digo a mí mismo y si deseo adrenalina puedo tirarme de un avión (¿con paracaídas?, bromeo, aclaro).
   Si tuviera de nuevo 19 años y pudiera elegir la carrera (la empecé un año más tarde) no dudaría: sería abogado. Siento que es aquello que soy, no voy a caer en el lugar común de hablar de causas perdidas o indefensas, eso desde ya, pero aquellos obstáculos que considero desafíos profesionales pueden estar a la vuelta de la esquina (o no estarlo) y la manera de descubrirlo es la que elegí. Todo aquello que no dependa del azar será hecho para poder lograr mis objetivos y dejar esos "comienzos difíciles" para alcanzar el cenit profesional que tanto anhelo. De última, para seguir usando frases hechas, "caminante no hay camino se hace camino al andar".

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