En una entrada algo antigua intenté derribar la idea que el abogado es un profesional cuyo mercado está saturado, arguyendo argumentos meramente cuantitativos. Si cabe apegarse a los números, es lógico que la cantidad de letrados siempre arrojará resultados que refuerzan tal visión, pero no es menos cierto que en "¿sobran los abogados? no he contemplado ciertas variables que pueden quitarle, a las conclusiones arribadas, su carácter idílico. En esta entrada pretendo contemplar tales variables para lograr un análisis más acabado.
Para comenzar, partiendo de una escala intermedia de un abogado cada 80 habitantes, el argumento cuantitativo puro podrá seguir utilizándose. Suponiendo que una cierta cantidad de personas tengan situaciones legales que requieran asesoramiento profesional, aquí la cuestión comienza a complicarse. Dejando de lado la escala, los abogados no tienen el mismo peso. Hay personas/familias que tienen un abogado de confianza, como si fuera su médico de cabecera, entonces la variable numérica debe acoplarse a tal condimento. Para estos clientes la cantidad cruda, en seco, de profesionales disponibles no importará pues quien llevará su proceso será el estudio jurídico de "siempre" que, dicho sea de paso, generalmente lleva cierto tiempo en la profesión, lo que le da trayectoria. La trayectoria en sí puede no decir nada, pero si se le suma solvencia y buen trato con los clientes aquí hablamos de dinero, plata, peso económico y esto sí dice mucho. El estudio con más experiencia tendrá ventajas competitivas sobre el profesional individual o el estudio recién abierto, sus urgencias serán menores y los "clientes de confianza", aquellos que siempre volverán, se contarán en decenas. Ya a estas alturas, seguir sosteniendo el argumento cuantitativo parece insuficiente pues detrás de nombres o chapas de metal enquistadas en paredes de casas/departamentos habrá trayectoria, mucha o escasa , dinero acopiado o un rojo en deudas y recursos económicos o escasez para decidir cuáles serán las perspectivas del estudio.
En el párrafo anterior mencioné la variable más importante para derribar el argumento utilizado en la entrada que pretendo revisar. Ahora corresponde hablar de contactos. Aquí pretendo subsumir no sólo las relaciones interpersonales del profesional, además incluyo la posibilidad que el colega cuente con familiares en la profesión. En cuanto a los contactos puros, la capacidad del profesional para acceder a clientela potencial será determinante para el éxito/fracaso de su emprendimiento. Nuevamente, puedo decir que los abogados nunca sobrarán pues hay más personas (y situaciones legales posibles) que profesionales dispuestos a realizarlas, pero no todos tienen la misma aptitud para conseguir casos. No sólo es aptitud lo que se necesita, a veces el letrado, por su personalidad o forma de vida, está más relacionado con las personas que puedan necesitarlo. Si se busca en la nómina de profesionales del Colegio de Abogados de un departamento judicial, al azar, se eligen dos o tres apellidos, seguramente habrá que considerar cómo es el abogado, considerando además del criterio del primer párrafo, el mencionado ahora. Lo mismo ocurre con aquellos que tienen tradición familiar en la profesión, quizás más vinculado con el criterio del primer párrafo, pues la confianza, tradición o, simplemente, apoyo del apellido para iniciarse en la carrera, jueguen un rol determinante para quien necesite los servicios de un abogado.
El tercer criterio descansa en la especialización del abogado y el menú de posibilidades laborales que se le presenten. Un abogado especializado en Derecho Civil, así como está escrito, tan genérico que abarca desde una sucesión hasta la división de un condominio, tendrá una competencia importante. Aquí el criterio cuantitativo pueda ser importante, siempre reparando en los criterios que lo atenúan, esgrimidos en el párrafo uno y dos, respectivamente. En cambio habrá un abogado especialista en Derecho Tributario, Societario, Falencial, de Navegación o cualquier especialización que a ustedes, queridos lectores, se les pueda ocurrir. El criterio cuantitativo para esta segunda clase de profesionales es ridículo pues en un departamento judicial quizás hayan muy pocos colegas que sean competencia efectiva. No es menos cierto que las posibilidades laborales se acotan pero cuando aparezcan, casi de seguro, tendrá al cliente concertando una entrevista en su estudio a fin que entienda en su situación legal. Si un colega se especializó en el régimen concursal de las entidades deportivas y, de casualidad, el club de la ciudad (en mi caso, Aldosivi, Alvarado, Unión) ha caído en cesación de pagos, qué le importará la cantidad de abogados disponibles para el cliente si él es el único (o uno de los pocos) capacitado para resolver la situación. No hay que irse a extremos tan específicos para entender el criterio: a mayor especialización crecen las posibilidades de apartar a la generalidad de abogados y competir con quienes tengan dicha especialización o con nadie, en caso de ser una rama muy extraña, específica o poco atractiva para el resto de los letrados.
Con esta entrada pretendí darle detalles a "¿sobran los abogados?. Sin dudas las conclusiones a las que arribé aquella vez no deben ser dejadas de lado en su totalidad, pues es cierto que del dicho popular "levantá una piedra y sale un abogado" a la realidad numérica hay un mundo de distancia, errores y deducciones incorrectas. Pero para mayor precisión al análisis creí correspondiente hacer algunos reparos. Los abogados no sobramos y nunca lo haremos pero no puede soslayarse que la división del trabajo no es equitativa. Aquellos estudios con más trayectoria tendrán recursos económicos para sostener su estudio, hacerlo crecer y moldear sus perspectivas profesionales, sin olvidar el menú, casi inagotable, de clientela a la que puedan acceder. Lo mismo para los abogados con más capacidad de generar clientela, sea por su personalidad o por la vida que han llevado, contactos familiares, etcétera. Quien se haya especializado sabrá que tendrá menos trabajo que el "generalista" pero cuando se presente la oportunidad, el caso será suyo. Como conclusión puedo decir que los abogados no sobramos, si alguien tiene interés en sacar la proporción llegará a un numero entre 1 cada 80 o 100 habitantes, hasta aquí perfecto, pero utópico, pues no considerar algunas de las variables de los párrafos anteriores es incompleto, poco detallista, más propio de una discusión de fútbol con amigos en un café que de un blog que, de a ratos, pretende ser jurídico. Es todo por ahora.
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ResponderBorrarSobran abogados irrelevantes, de escritorio, eso seguro. Pero los que sacan ventaja, los mejores, los más pagados tambien si se quiere, son lo que tienen vocación. Parece algo superficial, hasta "cursi", pero a la larga el abogado que es digno de la profesión tiene el mérito correspondiente.
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